Editorial
En los últimos años, el sistema
universitario, como todas las instituciones de producción de conocimiento, ha
sido radicalmente impactado. En función de ese contexto, a mediados del año 2020,
la enseñanza remota de emergencia condujo a algunas y algunas investigadoras e investigadores
a plantear la necesidad de expandir la universidad. ¿Que implicaba este
llamado? Muchas cosas; pero entre ellas, la oportunidad histórica de
reflexionar sobre las prácticas que veníamos llevando adelante como docentes
universitarios y darle a la virtualidad una centralidad que, hasta ese momento,
no había alcanzado en nuestras organizaciones de educación superior.
Ese debate, que aún hoy continua (no
debemos olvidar que todo cambio o intento de transformación institucional,
inaugura una nueva dialéctica que implica acción y reacción), se plantea en un
campo en donde ya se arraigó la idea de que, en lo referido a la enseñanza y la
producción de conocimiento, existe “una conectividad de tipo tecnológica y otra
cognitiva y conceptual que sigue presentándose como un desafío central para
muchas instituciones de
educación superior” (2020, Pardo Kuklinski, H. y Cobo).
Este es el reto que “Campo Universitario”,
con este nuevo número, continúa afrontando. De esta manera, se acepta el
estímulo y desafío, no solo de visibilizar el trabajo de investigadores e investigadoras;
sino, también, de convertirse en un nodo de una red en donde, junto al
Instituto de Investigación en Educación Superior (IIES) y la Maestría en
Docencia Universitaria de la Universidad de Buenos Aires, potencien una
sinergia progresiva y recursiva que produzca comunidad. En esta dirección, y en
estos últimos dos años (más aún a partir de la aprobación en diciembre del 2020,
por parte del Consejo Superior de nuestra universidad, de la versión “a
distancia”), la Maestría en Docencia Universitaria se ha expandido de tal
manera que hoy se encuentran cursando cerca de 1400 docentes de nuestras
universidades nacionales. Este crecimiento substancial y una concepción que
entiende que la producción de conocimiento, en las carreras de postgrado, debe
ser colectiva y colaborativa; es el resultado de una política que asume el
objetivo de expandir nuestras instituciones en lo referido a esa conectividad
cognitiva y conceptual que mencionábamos.
Así, en esta comunidad de producción, las
tesis conservan el carácter individual de su autoría, pero emerjan de una red
de trabajo colaborativa que impacta en el volumen, en la pertinencia social y
en la calidad final de conocimiento producido. Con esta orientación, que es
contraria a la tradición que podemos observar en nuestras instituciones de
educación superior, le damos un marco que orienta y fortalece los intercambios
y diálogos necesarios para toda producción de conocimiento. En este punto, el
Instituto de Investigación en Educación Superior de la Universidad de Buenos
Aires cumple una función que amalgama, dándole cohesión y coherencia, a una
estrategia que afecta positivamente al y la docente de las universidades como
productora o productor de conocimiento sobre su práctica situada.
Una agenda que contemple como prioritarios
los temas y objetivos de conocimiento que las y los docentes, que han decidido continuar
con sus estudios de postgrado sobre la docencia universitaria, produzcan a
partir de identificar situaciones problemáticas en sus contextos de trabajo,
tiene un valor y una potencia que difícilmente se alcance con una planificación
basada en esfuerzos individuales. Convertir estas ideas de investigación en
líneas y programas de investigación materializados y subsidiados en una
institución dinámica se convertirán en la base de nuevas investigaciones y en
un marco de orientación y contención que incrementará los niveles de graduación.
Colaboración, visibilidad y reconocimiento;
serán algunos de los elementos implicados en la
dinámica de una comunidad de productoras y
productores que verán un cambio en sus condiciones y medio ambiente de su
trabajo. Entonces podremos observar el aporte a la universidad como una comunidad,
el afianzamiento de prácticas innovadoras de enseñanza, una agenda gestada en
los intercambios ascendentes de la cooperación docente y las consecuencias de
esta dinámica en perfiles profesionales de las y los participantes. Producir
conocimiento nunca debe ser entendido como un proceso individual y las
instituciones deben encarnar esta idea pues de esa manera el conocimiento como
bien social tendrá mejores condiciones de expansión.
Marcelo
Bentancour
Director Maestria en Docencia
Universitaria
UBA/ADUBA
Referencia Bibliográfica:
Pardo Kuklinski,
H. y Cobo, C. (2020). Expandir la universidad más allá de la enseñanza remota
de emergencia: Ideas hacia un modelo híbrido post-pandemia. Outliers
School.